yo no mendigo amistad.

Me acuerdo muy bien de la primera vez que te vi, vos ya te olvidaste.

Era un dia de lluvia, te llame por teléfono en un rapto de simpatía, algo muy raro en mí. 

Llegaste a casa con un tupper viejo lleno de galletitas de banana hechas por vos, la verdad es que no eran muy ricas, pero me las comí igual, así como me comí tus primeros veinte minutos de balbuceos sin sentido y frases contrahechas.

En un momento sentí mas que ganas de besarte, fueron demasiadas. 

No sé como pude  controlarme. 

Te quise besar porque te escuchaba hablar, o miraba tu cara mientras yo hablaba, y me sentí como que sin besarte ya te estaba besando, es decir, mientras vos y yo hablamos hay un momento muy extraño, es como que somos la misma persona.

Y esa sensación era muy rara, y todo se me estaba yendo de las manos, y realmente quise besarte así dejábmos de hablar y de sentirnos la misma persona, era como cojer con las palabras y las lenguas metiendose en las orejas. 

Pero al poco tiempo me dí cuenta de que sos así, de que transformas los discursos ajenos en propios, y que eso es lo que te transforma a vos en adorable.

Cuando no estoy con vos fantaseo con besarte y cuando te veo no te soporto, pero tampoco te beso, me da miedo. Sé que nunca lo vamos a hacer (besarnos) entonces seguro que es por eso que cuando no nos vemos tu sola imagen provoca suspiros y sensaciones adolescentes en mí.

No te conozco casi nada, pero me agrada tu existencia, saber que existís, que en algún lado hay una persona como vos haciendo lo que vos hacés, y eso me gratifica.

Quisiera poder verte más seguido, pero lo cierto es que casi nunca veo a casi nadie. Y vos sos igual.