I miss Cecilia Susana
Que sea lo que sea, pensó, (mientras se ataba las zapatillas con el pie apoyado sobre un escalón de algún edificio descascarado de Barcelona. Se acordó de su amiga, se acordó de mí. Que hermoso.)
No había muchas opciones, de todas maneras, nunca las hay - por suerte-
la única opción es la aceptación, que bordea la autoindulgencia.
odiamos la autoindulgencia, tanto ella como yo. que quede claro. La autoindulgencia es una mierda, la autoindulgencia es la culpable de que el mundo sea una mierda, a un nivel -y a otros también- no hay nada más patético que un/a boludo/a queriendo darse un gusto y olvidarse de todo, no existe cosa peor que la pelotudez que encierra el hecho de querer tantas cosas al mismo tiempo, sentirse linda, deseada, mujer, tener un push-up porque se quiere lucir un buen escote, calzar el jean en la zanja para que todos se quieran pintar la garcha con tu barro... siempre terminamos en lo mismo cuando pensamos en autoindulgencia... es muy fácil ser lo que los demás quieren que seas.
Pero que sea lo que sea,
si en definitiva va a ser lo que es, no hay otra cosa.
¿O sí?
Y toda esa necesidad - y facilidad- de expresar el desprecio que se tiene por lo que se rodea, va a estar ahí guardada, siempre, como un tesoro, un tesoro que es solamente nuestro y nadie nos va a sacar nunca jamás, porque nos enteramos que hay más que eso, y sigue habiendo más cada vez, y nadie lo agarra (que pelotudos!) pero está ahí, y en vez de atorarnos lo repartimos,
y nadie lo quiere, que se yo, no me lo imaginaba, que querés que te diga...
Igual todo es una mierda, que querés que te diga, ya lo sabés bien, vos me lo contaste hace como 13 años mientras me ponía un tampón con marcador rojo en un aro y cantaba en una banda punk con compañeros de colegio que nunca soporté, que te puedo decir... decime lo que querés escuchar, porque ya me cansé de adivinar lo que querés que te diga, igual todos decimos siempre lo mismo pero con diferente formato, los discursos son eternos, a un nivel, todo es una repetición de lo mismo.
Y adentro del todo, estamos fundidas también vos y yo, en silencio, en distancia, en eternidad que dura hasta que nos olvidemos la una de la otra.
No había muchas opciones, de todas maneras, nunca las hay - por suerte-
la única opción es la aceptación, que bordea la autoindulgencia.
odiamos la autoindulgencia, tanto ella como yo. que quede claro. La autoindulgencia es una mierda, la autoindulgencia es la culpable de que el mundo sea una mierda, a un nivel -y a otros también- no hay nada más patético que un/a boludo/a queriendo darse un gusto y olvidarse de todo, no existe cosa peor que la pelotudez que encierra el hecho de querer tantas cosas al mismo tiempo, sentirse linda, deseada, mujer, tener un push-up porque se quiere lucir un buen escote, calzar el jean en la zanja para que todos se quieran pintar la garcha con tu barro... siempre terminamos en lo mismo cuando pensamos en autoindulgencia... es muy fácil ser lo que los demás quieren que seas.
Pero que sea lo que sea,
si en definitiva va a ser lo que es, no hay otra cosa.
¿O sí?
Y toda esa necesidad - y facilidad- de expresar el desprecio que se tiene por lo que se rodea, va a estar ahí guardada, siempre, como un tesoro, un tesoro que es solamente nuestro y nadie nos va a sacar nunca jamás, porque nos enteramos que hay más que eso, y sigue habiendo más cada vez, y nadie lo agarra (que pelotudos!) pero está ahí, y en vez de atorarnos lo repartimos,
y nadie lo quiere, que se yo, no me lo imaginaba, que querés que te diga...
Igual todo es una mierda, que querés que te diga, ya lo sabés bien, vos me lo contaste hace como 13 años mientras me ponía un tampón con marcador rojo en un aro y cantaba en una banda punk con compañeros de colegio que nunca soporté, que te puedo decir... decime lo que querés escuchar, porque ya me cansé de adivinar lo que querés que te diga, igual todos decimos siempre lo mismo pero con diferente formato, los discursos son eternos, a un nivel, todo es una repetición de lo mismo.
Y adentro del todo, estamos fundidas también vos y yo, en silencio, en distancia, en eternidad que dura hasta que nos olvidemos la una de la otra.
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