Missing words - The Selecter -.cum cleaners.-: March 2007

Sunday, March 25, 2007

MI PASADO ME CONDENA (debes quitarte el uniforme...)

Sólo puedo decir que para tener buen gusto, hay que ser sensible, y para ser sensible hay que ser una conchuda one of a kind, porque la sensibilidad no solo pasa por lo bello, no señor, la sensibilidad pasa también por saber mirar hacia donde nadie quiere ver, mejor dicho: mirar hacia donde nadie le importa mirar, no sé lo que me gusta pero sé muy bien lo que no me gusta.

Y la verdad es que me gustaría que me digan si se dice mirar donde--- o mirar adónde--- (I ain't that bright you know??? just painted cardboard my friend, painted cardboard...)

Acá describo un par de estereotipos que me molestan. Estereotipos camuflados con un estilo musical o con una forma de vivir la vida, pero estereotipos al fin...

-El estilo Pin-Pop, es como una mezcla de pin y pon y pin up pop. No dá. Posta. Las que se tatuaron especialmente, jodansé e inventen otro estilo, porque este ya fue. Chicas, enterensé que eso de querer aparecer en concha en una página web de chicas suicidas pasó de moda en el 2001, no sean sudacas... aparte las que están ahora son re my chemical romance con calaveras rosas y medias de rayitas (YAK!!!! re ashlee simpson infelices, no se hagan las rockeras!!!)

-El estilo étnico / hippie chic motoquera, es como que te pusiste unos pantalones de cuero con una camisa de rapsodia (que poronga, dios) y unas all star; sino podés morir en los chupines con botas altas y un remerón de maria cher... Mirá, te la hago fácil: si sos lo suficientemente piola como para copiar los looks de las teens en las películas japonesas (one missed call de takeshi miike, por ejemplo) sé lo suficientemente viva como para dejar de usarlo cuando ves que desaparece de las películas.

-El estilo "mirá: me chupa un huevo combinar la ropa"... te comento que yo soy una gran adepta a este estilo, y por eso te pido encarecidamente que lo dejes de usar, porque ya fue, es decir: cuando la gente se empieza a dar cuenta del intrincado trabajo que te cuesta combinar la ropa para que parezca que no la combinás, es indicador de que lo mas pertinente es sentarse en la computadora a mirar you-tubes de rafaella carrá, suicdal tendencies, black flag, delta 5 y chelsea girls para poder crear una nueva y genial invención.

-El latino fashion victim viajado: mirá... viajas una bocha... querés que se note. Genial. Pero esa ropa te queda como el culo, no es para vos, se nota y parecés un termotanque con vestido. Acá no hay locking shocking, westwood, burberry's y la banana... acá hay cora groppo y aída sirinian con toda la rabia, y si no te alcanza la guita mejor dejate esa remera negra con esos jeans, la verdad que te quedaban mucho mejor.

-La gráfica ambulante de diesel: Tener plata no significa tener estilo. Get over it. Basta de remeras con la marca. Basta. Enterate que no dá ser el hombre/mujer sánguche haciéndole publicidad a abercrombie por ahí.

-La modernidad: Mirá, me tienen harta todas las boludas de pelo suelto, calzas y remerón con un chaleco de mierda encima y los ojos pintados como avril lavigne que se creen que por vestirse así y estudiar alguna mierda arty son re modernas/os y blah. Este tipo de personaje abunda y la verdad es que siempre vienen linkeados/as a la concepción "mucho artista pero poco arte".

Y para redondear quiero decir que el único estilo que vale es el propio, el que no defiende al estereotipo y el que habla de expresarse a través de la ropa cuando a uno/a se le cante. El resto es basura, y solo responde al vil impulso de querer parecerse a los demás en el aspecto externo. Bueno, todos nos queremos parecer a algo... capaz tiene que ver con no querer sentirse solo/a, con querer encontrarse en el cuerpo ajeno cada vez que se sale a la calle...

Acá pongo ejemplos de las cosas que me inspiran a la hora de pensar en cómo vestirme:
(o ejemplos de como el gusto personal se transforma en estilo)





Thursday, March 15, 2007

Mariela

Mariela, en este momento está en la ducha, y como todos los días, utiliza los dos minutos de espera previos a enjuagar el acondicionador (según las instrucciones del mismo) para repasar los momentos interesantes de su día.

Salió de la ducha, se lavó los dientes, se untó crema humectante en las rodillas –en los codos también- se limó las uñas, y masajeó sus manos con una gotita de crema importada de Noruega, poniendo un particular énfasis en las cutículas. Se revisó las ojeras. Se puso un pijama. Se acostó.

Mariela no podía dormirse. Y no era por el recuerdo de lo que había hecho en el día, que había sido bastante aburrido, para nada particular.

Dio vueltas en la cama. Se levantó. Fue a la cocina, abrió la heladera, y se sirvió un vaso de agua.

Prendió la televisión. Tomó un trago de agua. Apagó la televisión. Se vistió, agarró unos billetes que estaban en la mesa del comedor, llaves, un celular y salió de su casa, en pijama.

Ya en la calle, Mariela camina ansiosa hasta la parada del colectivo, por suerte para ella, el mismo está llegando y corre con agilidad hasta que se sube, pegando un salto. Se siente orgullosa de haber corrido media cuadra y no estar para nada agitada. El colectivero le sonríe, ella lo saluda y pide boleto de setenta y cinco centavos.

El viaje en colectivo se le hace largo y aunque dura cinco minutos, se baja del móvil con cuatro uñas menos.

Camina media cuadra, llega a un edificio, se para delante de la puerta de entrada, aparece un guardia de seguridad que le pregunta si espera a alguien, ella le dice que no, y él le contesta que entonces tiene que retirarse, Mariela cruza la calle y mira fijo hacia un balcón, para ver si lo ve a él, pero no ve a nadie mas que a la familia, y él no estaba, y dónde estará el, porque en su casa evidentemente no. Capaz está durmiendo. Le suena el celular, se sobresalta. Decide no atender.

Se va.

Mariela camina hasta su casa. Llora un poco, tal vez por la impotencia que siente cada vez que se enfrenta a su personalidad tímida e introvertida, tal vez por la incapacidad de expresarse como quiere y cuando quiere. La verdad es que odia ser quien es, y de eso se dio cuenta hace unos minutos, pero lo importante es que ya se lavó el pelo, y que -por supuesto- todavía no es mañana, y mañana-obviamente- será otro día, y por eso la noche de hoy no cuenta. De todo esto, se deduce que esta acción ha quedado baneada del flashback del acondicionador, por lo tanto, lo mejor es olvidarla.

Mariela entiende que hay vacíos de tiempo que no merecen ser llenados.

También descubre que hay momentos destinados al desastre, momentos felices y momentos destinados al relleno.

Lo que ella elige no es importante, y lo que a ella le pasa tampoco. Las cosas son como son. Él no estaba. Él no estuvo nunca, ni va a estar. Pero ella sí. Ella estuvo. Ella está.

Mejor no pensar...
Que esperanza.

Sunday, March 04, 2007

Guillermina

Mientras caminaba con el viento sacudiéndole el pelo sobre la cara, y obligánola a entrecerrar los ojos, imaginó que era un personaje secundario de una película, y que todos esos señores de traje y sobretodo que estaban alrededor de ella, eran extras.
La lluvia comenzó a caer poco a poco.
Nosotros, en Buenos Aires, no tenemos cuatro estaciones, pensó, si viviera en un lugar con cuatro estaciones de verdad... un lugar como Berlin, Stokholm, Amsterdam, Oslo... capaz, durante el invierno estaría un poco mas metida para adentro, y esa introspección la ayudaría a darse cuenta de que fue (y es) una idiota y la ayudaría a entender que la vida no pasa por ser como uno quiere, la vida pasa por ser como uno es, y no hay vuelta atrás. No hay manera de hacer más que lo que se puede. Es imposible. Irreversible.

Abrió el paraguas.

Le resultaba más fácil incluirse dentro de un escenario de ficción, que ser consciente de las situaciones que ocurrían alrededor suyo.
Le costaba darse cuenta de que lo que le pasaba realmente era una especie de ceguera juvenil autoinducida.

Se tropezó. El viento, le dió vuelta el paraguas, ella intentó enderezarlo con una serie de movimientos demasiado torpes. Finalmente lo abandonó en la vereda. Todavía sigue ahí.

Se acomodó el lazo del impermeable, se secó las lagrimas -"deben ser por el viento" pensó- y entró a un café de la calle Florida, uno de esos tipo Starbucks, donde pidió un machiatto doble y un muffin de limón con semillas de amapola, y se sentó mirando hacia la vereda, en una barra, pensando que seguramente el tiempo era una solución a sus problemas.
red ass